Desde que comenzaron a aparecer las Redes Sociales, millones de personas las hemos utilizado como vehículo para establecer contactos con otras personas, compartir información pública o privada, informarnos de lo que sucede, publicar nuestros perfiles profesionales... En definitiva, las redes sociales han sido y son excelentes herramientas para situarnos en esa maraña virtual en la que todo dios está y en la que, si no estás, no estás en ningún sitio.
Pero ¿qué pasa si estás en las redes sociales y sin embargo ya no estás en ningún sitio?
La semana pasada, en una red social de Networking, me encontré con el perfil profesional de un chaval de mi pueblo. La propia página me sugería que tal vez lo conocía, por si quería agregarlo como contacto. Podía ver su red profesional, su CV, sus datos...
"Desde 2006 hasta la actualidad estoy trabajando en tal o cual empresa..."
"Busco mejorar esto y lo otro..."
"Me gustaría trabajar en tal o cual sector..."
"Soy una persona dinámica, con capacidad de trabajo en equipo..."
...
La realidad es que el chaval lleva muerto y enterrado dos o tres años.
Y la foto que él mismo puso en su perfil sigue ahí colgada, ajena a las circunstancias que provocaron que su rostro se volviera enjuto y demacrado, ajena a los meses de hospital, de tratamientos agresivos, ajena a su muerte y al dolor que supuso su pérdida entre los que le rodeaban.
Su foto sigue ahí colgada, en una suerte de limbo social encuadrado en un perfil que él mismo diseñó a su medida, pretendiendo vender su moto y ofreciendo su mejor imagen buscando lo que todo el mundo busca, que no es otra cosa que prosperidad, calidad de vida y desarrollo personal y profesional. Esa foto que está en ese perfil que está enlazado a ese correo electrónico, al cual seguramente aún siga recibiendo mensajes, publicaciones, incluso SPAM, esos lugares virtuales cuya contraseña de acceso sólo conocía él, y por tanto, sólo él tendría potestad para modificar o anular. Y sin embargo, él ya no está, y las redes sociales se resisten a que la información contenida en ellas se disuelva en el olvido. Todo lo contrario, mantienen ese estatus de permanencia atemporal, cuya cota máxima de expresividad queda reflejada en la frase hasta la actualidad.
Y siguen extendiendo sus tentáculos a base de Tags, de etiquetas asépticas que entrelazan los perfiles del limbo social con los nuestros, los perfiles vivos de las personas que nos esmeramos en modificarlos o añadirle contenidos.
Porque estaremos de acuerdo en que las redes sociales fallan precisamente en ese aspecto: la imposibilidad que los usuarios tenemos para morir de ellas. Desaparecer de ellas. Las personas tenemos fecha de caducidad, y también lo deberían tener nuestros perfiles de las redes sociales. No quisiera encontrarme con la tesitura de tener que elegir la foto con la que querer aparecer, de aquí a la eternidad, en mi perfil de Guadalinfo, Facebook, Twitter, Tuenti, Linkedin, Xing, Blogger, Buzz, Viadeo, Myspace, o la red que sea. Porque la única diferencia entre la foto que aparece en tu red social y la que aparece en el nicho de un cementerio es que la primera es elegida por uno mismo, y sin embargo la del nicho la eligen los familiares. Porque uno no se para a pensar o a decidir qué foto quieres que aparezca en tu nicho, para que cuando la gente pasee por las calles del camposanto pueda reconocerte y recordar historias de cuando vivías. Supongo que uno antes de morir no se para a pensar en eso. Y sin embargo, ahora das una vuelta por ese catálogo de personas que son las redes sociales, y cuando te encuentras con el perfil de un conocido ya fallecido, te planteas que algo no está del todo bien. Algo falla.
Lo primero es una putadilla, la historia del chaval de tu pueblo, lo siento..y si sería este tema que presentas,,para abrir un debate...
ResponderEliminarPor eso me he decidido a escribirlo, por el debate moral que me suscita. Lo del chaval no deja de ser ley de vida.
ResponderEliminarSaludos!
Pienso que sería buena idea que tras un periodo de inactividad en los perfiles que se crean en las RR.SS. deberían mandar una notificación al propietario y que, en caso de no recibir contestación, se procediese a cerrar dicho perfil, primero de forma temporal y tras un periodo razonable, anularlo definitivamente.
ResponderEliminarCreo que de esta forma se evitarían, primero este "limbo social" y también se limpiarían las redes de prefiles "fantasma" que se crean como pruebas o algo así.
Comparto tu opinión, Esteban. Lo que pasa ahora mismo, creo, es que los responsables de las redes sociales compiten entre sí por ver "quién la tiene más larga". Quisiera ver si esos 500 millones de usuarios que dicen tiene ya Facebook son realmente esa cantidad.
ResponderEliminarSalud!
gran artículo compañero
ResponderEliminarParece que poco a poco se van dando pasitos en firme.
ResponderEliminarhttp://www.europapress.es/portaltic/sector/noticia-bruselas-garantizara-ley-derecho-olvido-redes-sociales-facebook-20110316184134.html